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29 de Mayo, en alguna ciudad parecida a la ciudad de la furia.


Hace tiempo que no escribo desde el corazón, los últimos años han sido una montaña rusa de giros argumentales y situaciones inesperadas que no sé cómo describir adecuadamente.

Lo cierto es que desde aquel 16 de diciembre de 2019, cuando llegué a casa con la mente nublada por el alcohol y el corazón destrozado, he crecido. Al principio, mi mente estaba en un limbo, llenando mis carencias emocionales con las migajas de las camas de personas tan desdichadas como yo.


En el camino, no fui capaz de corresponder el amor de alguien que me amaba con su vida por encontrarme perdida, entré en una relación con alguien que habría funcionado mejor como amigo, bebí hasta el cansancio en la habitación de un hotel, jurando amor a un alma herida que también mentía en el fondo, pero nos daba paz creer que, por un momento, otra persona no veía nuestros demonios, esas sombras que se convierten en fantasmas con el tiempo.


Después de todo este caos, un día, sin buscarlo, encontré un rayo de sol que tomó mi mano y escuchó cada uno de mis errores sin juzgarme, sin siquiera atreverse a mencionar algo negativo de todo lo que había vivido, de lo que había hecho. Pero como todas las historias que comienzan con una conexión espiritual y flores, no estábamos destinados a estar juntos. Y créanme, me dolió en el alma encontrar a alguien con quien podía ser yo misma, sin la constante presión de fingir y ocultar mi verdadera esencia. Lo curioso es que el día en que acepté que no podía perderme intentando amarlo, que realmente merecía algo más que las sobras de un hombre que está reconstruyendo un jarrón roto tan grande como el mío, el olvido tocó a mi puerta.


Y realmente, no puedo negar que durante los últimos tres años de mi vida pasé el 30% del tiempo pensando en qué haría cuando esto sucediera, pero hoy me di cuenta de algo sumamente importante, a pesar de encontrarme sorprendida, a pesar de que este giro inesperado tocara a mi puerta de manera fulminante y voraz. Ya no me duele.


Al parecer, algo ha cambiado en mí sin que me diera cuenta. Ahora entiendo mejor las relaciones humanas y, sobre todo, sé que merezco más, merezco amor verdadero porque en esencia a pesar de los errores que cometido nunca he dejado de entregar mi corazón en su totalidad, jodido esto de creer en los príncipes azules y que el amor es capaz de transformar el alma en una sociedad corrompida por la liquidez humana.


No tengo ni idea de lo que deparará el futuro, puede que un milagro, el tequila o todas las anteriores me sorprendan.


Lecciones aprendidas:


Responsabilidad afectiva: una palabra encontrada en el diccionario.

No todo tiene que tener un final.

Las cosas suceden y ya.

Nadie merece las sobras de otra persona.

Merecemos en función de nuestras acciones.

Cuando tu alma se abre a una vibración, atrae.

El olvido esta lleno de memoria.

Alguien una vez me dijo que merecemos en función de lo damos, no menos, no mas. 


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