Luchando contra los demonios

Entonces aquella Nínfula que ya no era tan niña, volvió a despertar una mañana eufórica sobre su cama pervertida por la lujuria, llena de desesperación, sintiendo que era prisionera de su propia vida, sus demonios en aquel lugar de su mente eran gobernantes supremos que no la dejaban escapar.
Era extraño pensar que un alma tan libre como la de aquella pequeña podría sentirse prisionera de si misma, pero jamas dominada por el mundo o eso creían...
Allí se encontraba  mañana, tarde y noche, en el mismo punto de partida donde sus demonios sedientos de amor y placer dominaban su conciencia. Por ello se encontraba al borde de la locura, al borde del abismo sin poder volver  atrás, quien lo diría la Ninfula atormentaba por los propios fantasmas de sus victimas, ni el narcótico mas fuerte era capaz de terminar con esa angustia que invadía su vida. E incluso muchos intentaron ayudarla, sacarla de aquel agujero negro de desidia y maldad que atormentaban su vida, aun así  nadie lo lograba, pasaban las horas, los días, las semanas y moría poco a poco,  moría lentamente por cada suspiro que soltaba.
 Hasta que una noche de esas donde la gente disfruta de el resplandor de la luna, en esas donde los amante y los incautos le imploran a dios por no ser descubiertos la Nínfula salio de su habitación con tacones en mano, unos labios con un fuerte carmín rojo y grito ''¡E VUELTO PARA QUEDARME!'' en ese instante el tiempo  se volvió a paralizar para ella, todos  se preguntaron que había ocurrido en su mente, nadie comprendió como había sido capaz de lograr superar el martirio que rodeaba su vida, pero realmente lo que sucedió es que lucho contra 37 demonios disfrazados de sus mas oscuros miedos, y venció. Aunque casi le costo la vida, degolló a sus temibles demonios.
Sin que quedara duda volvió para jamas irse, así mismo habría Nínfula para rato.

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